domingo, 13 de abril de 2014

Su peso en el mundo



Lo único que sabe el narrador del protagonista de la historia que quiere contar es que un buen día salió de casa, se despidió de su mujer para un viaje de dos o tres días, pero no volvió hasta veinte años después. En realidad, lo más lejos que llegó el hombre, al que llama Wakefield, fue a la casa de enfrente. Se pregunta qué pudo llevar a un hombre de corazón frío y carente de imaginación a llevar a cabo un hecho tan extravagante. 

Lo primero que descubre es que cuando el hombre sale por la puerta “no sospecha lo que le espera”. El narrador cree que lo que le mueve es la simple vanidad de medir cuál es su peso en el mundo comprobando la reacción de sus seres queridos ante su ausencia. Nos advierte entonces de lo peligroso que puede ser jugar a abrir fisuras entre los afectos humanos: “No porque sean tan anchas y profundas, sino porque vuelven a cerrarse tan pronto”. De esta forma, cuando la mujer va superando el dolor de su ausencia, el marido comprenderá que la calle que los separa se ha ensanchado hasta convertirse en un abismo. Dice que ella “no volverá a angustiarse por él”, que es como decir que ya no comparten el mundo en el que vivían. Durante los años siguientes, el amor va desapareciendo en el corazón de ella en la misma medida que se renueva en el de él. 


A veces tenemos la sensación de que más que vivir la vida es la vida la que nos vive a nosotros. Perdemos el control de nuestras propias historias. Esa extrañeza debió empujar a Wakefield a dar ese paso que cambió su vida. Es como si él hubiera aceptado ese juego y se enfrentara a un destino sin precedentes. ¿Qué le salvó de la locura? No lo sé. Es un cuento extraño. Pero quizá la respuesta esté en que durante esos veinte años que vivió separado de su mundo la única certeza que tuvo era que volvería.

***

Nathaniel Hawthorne (1804-1864) publicó su primer libro en 1837, una recopilación de cuentos titulada 'Cuentos contados dos veces', que incluía 'Wakefield'. Además de la edición de bolsillo de Alianza (1985), con traducción de Luis Loayza, este cuento puede encontrarse editado por Acantilado, con el resto de relatos de ese primer libro, y en una edición ilustrada en Nórdica.

3 comentarios:

  1. me encanta este blog es muy bonito y tiene mucho sentimiento ¡Buen trabajo! ¡Sigue así!

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  2. Lo leí y releí hace un par de años. Que nadie es imprescindible? Que los cariños son efímeros? Que la vida pasa con o sin nosotros? Wakefield es quizá otro Bartleby que dimite ante la vida, que decide no vivir?...
    Saludos,

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    Respuestas
    1. Es verdad, Carmen, la vida pasa con o sin nosotros. ¡Más vale que estemos dentro y atentos! Gracias por venir.

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