miércoles, 25 de septiembre de 2013

Las heladas glorias de Orión

Moon (E.A. / 2013)

La historia de Rickie Elliot es triste y hermosa. La parte de su vida que conocemos es como esos paisajes que a primera vista parecen soleados y lleno de promesas hasta que uno se demora en la contemplación y lo que veía brillar se congela y lo que ofrecía una calma acogedora se percibe como un vacío desolado.

Rickie, el protagonista de la novela ‘El más largo viaje’, de E. M. Forster, está en medio de ese paisaje y cree que se puede permanecer allí en el lado de la vida, sin dejarse arrastrar por las aguas turbias de la madurez. Cree que la amistad, el amor, la verdad… no están condenadas a morir si conseguimos mantener encendida su llama con la imaginación. ¿Es posible hacerlo o la vida que llevamos entierra todo lo que un día nos pareció puro? Es posible, responde, solo hay que estar atento para apresar los momentos eternos que la vida nos ofrece.
“Me parece que de vez en cuando encontramos en la vida una persona o un incidente de carácter simbólico. No es nada en sí mismo, pero en ese momento representa un principio eterno. Si lo aceptamos, cueste lo que cueste, hemos aceptado la vida. Pero si nos asustamos y lo rechazamos, la ocasión por así decirlo, desaparece; el símbolo no vuelve a ofrecérsenos jamás”
Cabe la posibilidad también de que estemos ciegos la mayor parte del tiempo y no veamos los momentos simbólicos que se nos ofrecen. Y los dejemos pasar sin prestarles atención. O que nos confundamos a la hora de medir los principios eternos. ¿Cómo estar seguros de qué puerta abrir y qué puerta cerrar? ¡Qué difícil es entender nuestra propia vida! Y si es difícil comprender el pasado, ¿no será una ingenuidad atreverse siquiera a calibrar el instante? 

En medio de los sufrimientos que la vida le depara, una noche Rickie tiene un sueño misterioso. Oye llorar a su madre en la habitación a oscuras. La oye con tanta claridad que se despierta. Enciende una vela. La habitación está vacía. Entonces corre a la ventana y ve “sobre los mezquinos edificios las heladas glorias de Orión”.

La vida nos da la oportunidad de presenciar un puñado de verdades con toda claridad, pero permanece obstinadamente muda acerca de qué tendríamos que hacer con ellas. Mudas y bellas como la estrellas, las verdades eternas nos miran.

Puede que Rickie fracasara, aunque estuvo a punto de no hacerlo. No consiguió casi nada y lo perdió todo, pero su historia además de triste es hermosa, porque quien la cuenta sabe que “nuestra piedra de toque está en lo que valoramos, no en lo que tenemos”.


‘El más largo viaje’ no figura entre las novelas más conocidas de E. M. Forster, autor de ‘Una habitación con vistas’, ‘Regreso a Howards End’ y ‘Pasaje a la India’, ni entre las más leídas, pues suele ser despachada con expresiones como novela primeriza, inmadura, etc. En realidad, escribió todas sus novelas en muy poco tiempo, entre los 25 y los 45 años. ¡Qué lástima que no escribiera más!

2 comentarios:

  1. Menuda reseña. Preciosa y emotiva. De este autor tan solo he leído 'Pasaje a la India', de lectura obligatoria en la facultad. No te puedo afirmar que haya dejado en mí huella indeleble- quizá si la releyese ahora sería otra mi percepción- pero no me disgustó. Este te aseguro que lo leeré. Espero que su lectura sea igual de gratificante que la de tu reseña.
    Un saludo y feliz mañana de domingo!

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  2. Gracias, Carmen. Me alegro de que nos encontremos en este lugar. ¡Y me apunto a ese curso sobre el XIX!

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